lunes, enero 25, 2016

De hombres y manglares

En julio del 2012 la revista National Geographic (la que trae una portada azul sobre la Isla de Pascua) publicó este reportaje acerca de una importante distinción que recibió el estado mexicano de Quintana Roo:
Hace apenas unos días, sucedió esto en el estado que se jacta de ser Capital Mundial del Turismo por la Paz (sepa la fregada qué signifique eso, pero de seguro nada tiene que ver con el cuidado y protección del medio ambiente): 
En este otro link pueden ver más notas y más imágenes tristes relacionadas con lo sucedido: Manglar Tajamar.

Pero bueno: ¿qué puede esperar el entorno ecológico de un lugar cuyo gobernador se la pasa haciendo negocitos millonarios de gran impacto ambiental que sólo benefician a unos cuantos extranjeros y turistas de Magnicharters?
Y esto es lo que acontece sólo en un estado; es de lo que nos enteramos: imaginen qué sucede en los otros... Mejor ni pensarlo, para no agüitarnos más, snif.

No sé si alguna vez hayan estado en un manglar; si hayan probado la sal de sus aguas en tonos rojos y amarillos, percibido el olor a azufre que se desprende del fondo, escuchado los graznidos y chapoteos de sus habitantes o perdido la mirada intentando descifrar su laberíntico ramaje. Son lugar increíbles por donde se vean; más increíbles resultan cuando comprendemos su función vital en este mundo, y más increíble resulta que existan imbéciles que ignoren la importancia de estos biomas, destruyéndolos para levantar desarrollos turísticos con la cantaleta de llevar progreso y modernidad a un país que cada día es más pobre precisamente por la destrucción de su medio ambiente (entre otras cosas).
Manglares de Celestún
No sé ustedes, pero yo no he visto los beneficios que han traído al país la construcción de marinas para yates, spas de lujo, puertos para megacruceros, habitaciones cinco estrellas o campos de golf en donde antes había naturaleza virgen. No veo por ningún lado que las inversiones extranjeras, el turismo "selectivo" y, mucho menos, la destrucción de los ecosistemas hayan mejorado en algo la vida de la mayoría de los mexicanos. Tampoco veo los beneficios de esos desarrollos quesque ecoturísticos comprometidos con el medio ambiente y las culturas locales que lo único que ofrecen es nadar con delfines, bailables con gente disfrazada de alguna etnia y guacamayas en el lobby del hotel. Con esa precaria idea de "preservación" y "respeto por el entorno", ¿a dónde vamos a parar? Pero tal vez yo sólo veo lo negativo porque soy un antipatriota pesimista, snif.

La verdad sí me saca mucho de onda que haya personas incapaces de apreciar y comprender algo tan fundamental para la vida humana como un manglar. Y más me saca de onda que estén en el poder y tomen decisiones "importantes". Se me figura que estos güeyes, de niños, nunca llevaron la clase en donde germinas un frijol en algodón, y por eso nunca desarrollaron esa fascinación por la vida de otros seres. También me imagino que eran de esos chamacos valevergas a los que se les moría al día siguiente el pollito de colores que les regalaban en el salón el Día del Niño; y pues qué triste, deveras, porque: ¿en qué momento un niño pierde la capacidad de maravillarse y respetar algo tan vivo como un manglar? En el momento en que no conocen uno, obviamente. ¿Y en qué momento le pierde el hombre el respeto y el temor a La Naturaleza para ganarse el de un dios invisible que, de existir, permite tanta chingadera? En el momento en que hay billetes de por medio, obviamente. Lo que me extraña es que teniendo tanto colmillo para hacer negocios millonarios con los recursos naturales de todos, no lo tengan para seguir haciendo estos mismos bissness sin joder a La Naturaleza; sin destruirla, sin explotarla, armonizando con ella. Estoy seguro que les redituaría más -en muchos aspectos- dejar intactos los ecosistemas, en vez de partirles en su madre. Pero ni cómo hacerlos entender; ni cómo hacerle para que desarrollen una pizca de sensibilidad ambiental que no sea apagada con dinero.

Dicen que lo sucedido en el manglar Tajamar fue "dentro de la ley". Y eso es lo que más preocupa: que haya sido un ecocidio "legal". Horroriza que las autoridades encargadas de preservar el medio ambiente de este país utilicen artimañas legaloides para torcer la ley a su favor y disfrazar su corrupción para hacer parecer que un atentado contra la vida de todos los mexicanos, se realizó con apego a derecho. ¡Qué miedo! 

sábado, enero 23, 2016

Fregata solitaria

Desde muy temprano las modestas embarcaciones zarpan a mar abierto. Casi todas tienen nombres religiosos: "Pentecostés I", "Sagrado Corazón II" o "El Salvador". Son pocas las bautizadas con nombres de mujer, como creo que es la costumbre. 

"Rubia" y "Negrita" son los peces que más atrapan con sus redes los pescadores del puerto. La mayoría de la pesca es para surtir negocios de los alrededores; sólo se quedan con lo necesario para consumo personal; para vivir al día.

Cuando regresan a la playa, sus familias los esperan con hieleras, cubetas y cuchillos. Cada miembro tiene una función específica. Algunos destripan, otros escaman, otros filetean y limpian con agua los excesos de sangre. La coordinación es perfecta.
Dos niños juguetean en la orilla. Su única función es ésa y esperar a que se junten montones de vísceras para aventarlas al agua y ver cómo bajan las gaviotas a recogerlas con sus picos. Uno de los pequeños intenta atrapar a cada una de las aves que descienden. El más viejo de la familia, que dirige a los demás en sus labores, voltea y le grita que las deje en paz. El niño obedecen y se limita a observar el frenesí.

Por encima de la parvada planea una fregata macho. Alcanzo a apreciar la protuberancia roja del pecho, que se les inflama como un globo en época de apareamiento. No se inmuta ante la exaltación que provocan las entrañas flotando en el agua. Planea y observa.

No puedo dejar de pensar en cuando regrese a mi ciudad, en ese ritmo de vida: todos compitiendo por unas cuantas tripas, graznando histéricos como las gaviotas. Es bonito ver este espectáculo de supervivencia con animales, no con personas.

Prefiero a la fregata, que planea en círculos por encima del alboroto, observa y decide que es mejor irse.

miércoles, enero 13, 2016

Ser pobre no es delito... es falta administrativa

Fue toda una experiencia haber trabajado en seguridad pública durante tres años en uno de los municipios de Nuevo León más golpeados por la violencia y las carencias; experiencia que me ayudó a conocer más a profundidad la problemática social y algunos engranajes que mueven al Sistema. Conocí gente honesta y valiosa, también me deshice de algunos prejuicios y mitos, pero lo que sí es que se necesita tener mucho estómago y aprender a mimetizarse para involucrarse en ese ambiente, y yo descubrí que no tengo esa capacidad. Ni la quiero tener. 

Por ejemplo, una de las cosas que terminaron por asquearme, fue la siguiente situación:

Llegaron un par de oficiales de policía con una mujer detenida. Al cuestionarlos qué falta había cometido ésta, me respondieron:

-Andaba pidiendo dinero en un crucero.

-¿Y ése qué delito es?

-No es delito, es falta -me dijo uno de los oficiales.

-Bueno, ¿qué falta es?

-Pues alterar el orden.

-¿Alterar el orden?

-Tenemos órdenes de que nadie ande pidiendo dinero en las calles.

-Ah... ok. Ser pobre es delito... perdón: es una falta administrativa -murmuré. Uno de los oficiales me observó como si le hubiera caído un balde de agua fría encima.

La mujer pasó 24 horas encerrada en una celda. Salió y volvió a la calle a pedir dinero para ser detenida de nuevo al día siguiente. Todos pensaron que habían hecho bien su trabajo; cumplido con su deber. A mí me asqueó. 

Ver esto y no poder hacer nada, me provocaba una impotencia y una tristeza terribles -más cuando traían niños y los ponían a disposición del DIF-; tristeza e impotencia que tenía que tragarme para fingir esa serenidad que da la frialdad; y pues la verdad es que no tengo el carácter para ser cómplice de ese tipo de situaciones que tal vez a muchos no les afecten o les parezcan nimiedades del día a día; algo natural en un mundo desigual que posiblemente no cambie.

Y bueno... así como esta experiencia, les contaré muchas más. Dejen nada más regreso de viaje. Ando en uno de esos detox espirituales que les llaman.

jueves, enero 07, 2016

Me cae que sí...

Todas las ciudades serían mejores si se convirtieran en lienzo, hoja en blanco, partitura o escenario; laboratorios de mentes libres y creativas para liberar mentes cautivas o distraídas.