viernes, agosto 27, 2010

¿Pa´dónde nos hacemos?

Hace un mes me escribió un lector. Quería saber si aún tenía Diarios del Fin del Mundo. Le mandé un ejemplar de los tres que guardé para mi archivo personal. Pasaron los días y ya no supe si el lector había recibido mi paquete. Hasta ayer, que me mandó este correo (hacer clic en la imagen para verla en grande):


Me quedo corto en adjetivos para describir lo que sentí al leer esto. Ya no sé de qué manera indignarme, de qué nueva forma quejarme ni cómo encabronarme; no sé qué tan fuerte hay que gritar o cómo encausar una rabia que crece día con día al darme cuenta que mi futuro no depende de mí. Ni siquiera eso depende de uno (no quiero ni pensar en quienes tienen hijos). Sólo sé que con cada cosa que me entero, crece más mi horror y mi decepción. Estoy convencido de que México es un estado fallido.

¿Qué hacer? ¿A quién culpar? ¿Al Presidente?, ¿a los gobernadores?, ¿a los policías?, ¿a los mariguanos?, ¿a los cocainómanos?, ¿a los gringos?, ¿a los colombianos?, ¿a los cárteles?, ¿a los partidos?, ¿al desempleo?, ¿a la corrupción?, ¿a la educación?, ¿a la ambición?, ¿al dinero?, ¿a nuestra deficiente condición humana? Ya no sé ni qué pedo. Neta que estoy totalmente perdido. Si somos imagen y semejanza de un tal Dios, entonces ese Dios es el capo mayor. El rey de los hijos de puta (y por favor que venga el cardenal Sandoval Iñiguez a amenazarme con excomulgarme, yo no lo voy a demandar; al contrario: me haría un enorme favor).

¿Cómo ser feliz en un entorno como el nuestro? ¿Cómo sentirse pleno sabiendo estas cosas? ¿Se podrá estar agradecido porque le tocó a otro y no a nosotros? ¿Cómo vivir con tremendo egoísmo? ¿Se darán cuenta que se están matando entre hermanos, que posiblemente el enemigo no esté en casa y que la vida es tan corta como para hacerla todavía más corta? ¿Valdrá realmente la pena?

Vaya existencia la nuestra, estar cuidándonos la espalda. Apuesto a que en Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Ecuador o Bolivia se vive mejor que aquí. Lo único que lamento es no tener el dinero suficiente para largarme con toda la gente que quiero a una nación de esas.
En verdad llegué a pensar que nuestra condición evolutiva y nuestra ubicación geográfica daba para tantito más; para no tener que luchar por nuestra superviviencia, como las gacelas y los leopardos, pero me doy cuenta que no es así.

¿Para dónde nos hacemos? Díganme por favor. Si denuncias, te matan; si le entras al crimen, te matan; si no le entras, también te matan; si lo combates, te matan; si trabajas honradamente, te matan; si tienes un patrimonio, te lo quitan; si eres pobre, te matan; si vas pasando por ahí, te matan... Díganme para dónde nos hacemos, por favor. ¿Nos vamos?, ¿nos quedamos?, ¿nos encerramos?, ¿nos van a pagar el funeral el día que nos pase algo?, ¿nos podrán revivir? Neta, díganme qué pedo. Si me lo explican, seguro que lo entiendo. Incluso hasta puedo justificarlo. Pero díganme las cosas sin rodeos. Como son y como van a ser. Sin tintes partidistas, sin mentiras, sin intereses personales de por medio que no sean los de todos los mexicanos que seguimos vivos.

Me entero de esta tragedia de mi lector y me entero también que las chavas de Sinaloa que tiene el restaurante de mariscos a la vuelta del negocio de cajas, tuvieron que cerrar: por miedo. Un negocio de pollos y otro de fiestas infantiles, también cerraron. La señora del vivero donde compré mis árboles para el jardín, está rematando todo. La asaltaron. Nomás estoy esperando el día en que me toque a mí otra vez. Ya ni ganas de ir a trabajar me dan. Quiero estar encerrado, leyendo, escribiendo y dibujando. No me interesa tener dinero, no me interesa tener futuro, no me interesa hacer crecer el negocio de cajas, no quiero tener éxito. Todo es un riesgo, aunque antes estos riesgos no costaban la vida. No quiero nada. No aquí. Solo quiero vivir tranquilo en los dos o tres metros cuadrados que me rodean y que así viva la gente que amo. Pero incluso, a veces, eso es mucho pedir.

P.D. Lo que menciona mi lector en su correo acerca la tira, ni siquiera yo me lo explico...