lunes, mayo 31, 2010

Surfin´USA


Aceptar nuestros errores a veces no es suficiente. Tampoco lo es el dinero cuando de pagar daños irreversibles se trata.

En México insisten en explotar aguas profundas. Si lo hacen, nuestro país seguirá siendo pobre, pero con el peligro latente de una catástrofe ambiental. No aprenden de errores ajenos. Dicen que el hecho de que “alguien se haya caído de la bicicleta no es motivo para no subirnos en una”.

Les aviso que aquí nadie se cayó de una bicicleta. Aquí está en juego la vida. Y si la vida no es motivo suficiente para optar por energías más limpias, entonces véanlo con ojos de signos de pesos: con este derrame de crudo peligra el sector energético, el turístico, el restaurantero, el de pesca de atún, camarón, sardina, pulpo y toda la gente que de eso dependen.

¿Quién juzga a las naciones poderosas cuando justifican sus guerras o aceptan sus errores de magnitudes catastróficas? ¿Quién se encarga de sancionarlas?

¿Bastará con un “estamos preparados para lo peor” y un “pagaremos todos los daños”?

Vamos a ver qué dice el planeta. Por lo pronto, es momento de ponerse a temblar, no a rezar.

viernes, mayo 28, 2010

Bolsas plásticas

Compré bolsas de plástico hasta que los clientes comenzaron a pedirlas. Cuando no las tenía, se me quedaban viendo con cara de “¿Y cómo crees que voy a cargar todo esto que acabo de comprar?”.

La verdad, las bolsas de plástico me cagan, y sólo las doy a los clientes cuando no pueden cargar con ambas manos tantas cosas o, de plano, cuando me las piden sin razón. La gente pide bolsas de plástico a lo pendejo.

Hay clientes que, aunque compren una cajita para tarjetas de presentación o un metro de rafia, me piden una bolsa. Un despilfarro absurdo, lo considero. Un monumento a la hueva, con tal de no cargar algo en la mano.

Hoy vino al negocio un señor que compró varias cajas pequeñas, varios cutters, varias etiquetas de “Frágil” y otras cosas. Le ofrecí una bolsa de plástico para que metiera todo dentro de ella.

-No, mijo, muchas gracias. Ya hay mucha pinche basura en todos lados, mejor ahórrate la bolsa, que al cabo ahorita me las arreglo para cargar todo.

Cargó todo haciendo uno que otro malabar y se fue.

Me sentí bien al saber que todavía existe gente con esa mentalidad, aunque me sentí mal porque creo que, ante el señor, quedé como un pendejo-comodino-despilfarrador-ecoterrorista, snif.

miércoles, mayo 26, 2010

Gaytorade

Tantas cosas que deberíamos agradecerle a nuestros hermanos los homosexuales.

Para empezar, no se reproducen (le hacen un bien al planeta) y nos dejan a todas las viejas nomás para nosotros (aunque las méndigas lesbianas son las que ahora nos hacen la competencia, snif). Tienen buen gusto para escoger muebles, diseñan ropa chida, nos cortan el pelo al último grito de la moda (de hecho, decir “último grito de la moda” es bien de gays), han revivido las carreras de Yuri, Laura León, Gloria Trevi y son altamente graciosos cuando se disfrazan de Paulina Rubio o imitan a Juan Gabriel.

Pocas personas –entre ellas, yo, que soy un genio incomprendido- se ponen a pensar en los problemas que pudieran evitarnos las parejas que gustan de “jugar a las espaditas” o “frotarse sus mejillones” si quienes dictan las leyes y normas sociales abrieran tantito su manera de percibir las cosas.

La mayoría de la gente se indigna con el simple hecho de pensar que algún día en todo México -o en todo el mundo-, los homosexuales puedan casarse y adoptar niños (dicen que nadie aprende de desgracias en cabeza ajena, por eso yo digo que hay que dejar que la caguen, a ver si así se les quitan las ganas de andar haciendo lo que hacen los heterosexuales, jejeje).

“Ay, es que imagínate que tu hijo esté en el salón con un niño que tiene dos papás o dos mamás, ¿cómo se lo explicas?, o: “¡Ay, es que van a hacer a ese pobre niño jotito o marimacha o degenerado!”, son nada más un par de las tantas excusas que esgrimen los asustadizos. Pero yo les digo que no se preocupen, que ésos como quiera nacen con o sin padres homos.

Ya, fuera de broma, a lo que voy es que, si agilizaran los trámites burocráticos para la adopción de menores y se les permitiera a las parejas del mismo sexo adoptar y criar chamacos, nos harían un enooorme favor. Con tantita inteligencia, tolerancia, ganitas y programas funcionales de adopción, posiblemente hasta se evitarían los abortos que tanto hacen lloriquear a las autoridades, a la iglesia pedófila y al niñito Jesús con camiseta de los Rayados del Monterrey que está en la iglesia de mi barrio.

Imaginen si todos esos chamacos que van a tirar a la basura, al drenaje o a abandonar a su suerte en la calle o –peor tantito- en una casa hogar, se los dieran a los homosexuales que anhelan ser padres y, al mismo tiempo, le dieran la oportunidad de ser abuelos a todos esos ñores que habían perdido la esperanza de serlo desde que vieron a su hijo imitando los pasos de baile de Britney Spears. Les aseguro que habría menos abortos, menos niños sin amor, menos niños no deseados, menos niños maltratados, menos niños pidiendo limosna. En conclusión: menos delincuentes en potencia o parásitos que en un futuro tendrán un costo social. Ah, y si aparte se hacen “mariscos”, como sus padres, pues más viejas para los machines y hasta las lesbianas salen ganando, jejeje.

Repito: deberíamos ser respetuosos y estar agradecidos con los homosexuales, pues ellos vienen de un planeta lejano (T-Pi-Ko el Urano, creo que se llama) a salvarnos de muchos problemas a los que se les busca solución desde hace mucho tiempo. Lástima que vivamos aquí.

Que tengan muy buen miércoles. Le mando un abrazo machín a mis lectores varones, un beso en la mejilla a mis lectoras y un respetuoso piquete de cola a mis lectores gays.

martes, mayo 25, 2010

Fui con el Filósofo de Cantina

Las mejores noches para visitar al Filósofo de Cantina son entre semana.

Llegué al Zacatecas por ahí de las 9. Al abrir la puerta, el Filósofo se sorprendió. Siempre está sentado en la misma mesa, de frente a la entrada. Le dio tanto gusto verme que se puso de pie y me abrazó muy fuerte.

-Échate un taco - dijo ofreciéndome del costillar de puerco adobado que tenía en el plato, pero le confesé que había comido tarde y aún no tenía mucha hambre.

El Filósofo de Cantina ordenó un par de cervezas con un ademán y un silbido. Mon, el mesero, posó las botellas chorreantes sobre unas servilletas dobladas por la mitad. La plática se encendió después del primer trago y se alargó hasta las 2 de la madrugada.

-En efecto: a los hombres y a las mujeres nos enseñan a seguir patrones, no a vivir. Nuestros padres creen que estaremos seguros y felices mientras no nos salgamos de esos moldes que a ellos también les impusieron. En cierta forma, tienen razón, pues esos patrones han funcionado durante años… siempre y cuando no los cuestiones o construyas otros.

Coincidí con su punto de vista dando un trago largo a mi cerveza. El Filósofo de Cantina espantó de un manotazo una mosca que quiso posarse en la guarnición de guacamole que acompañaba a su costillar.

-Es como por ejemplo, cuando una mujer te pide que “por amor” hagas ciertas cosas o sigas ciertos protocolos. Cuando te lo pide, ¡estás frito!, porque eso significa que no cree en ti, ni en tu palabra, ni en lo que sientes por ella, ni en ella, ni en lo que siente por ti… Por lo mismo: porque desde niña le enseñaron a encajar en un molde de “vida perfecta” obligatorio: el vestido blanco, la ceremonia religiosa, la marcha nupcial, los adornos florales, la luna de miel, los bebés, etcétera; pero no le enseñaron lo más importante. Hay amor siempre y cuando haya todo lo demás. Y eso es algo triste.

Asentí y bajé la mirada, que se perdió en el color rojo de la etiqueta de mi botella. El Filósofo prosiguió cuando lo miré de nuevo:

-Admirables son las mujeres que no piden nada. Que no condicionan. Vaya seguridad la suya. Vaya manera de amar. No piden nada porque saben que con tu palabra, con lo que sientes por ellas y, sobre todo, con lo que ellas sienten por ti, lo tienen todo. No lo dudan. Y no hay seguridad más grande que esa.

Llegué a mi casa en taxi casi a las 3 de la mañana.

lunes, mayo 24, 2010

Enseñar a pescar

Repetir patrones. La mayoría de las personas cree que de eso trata la vida.

No cuestionan, no buscan, no ven alternativas. Tampoco se las ofrecen.
Cuando sienten que tienen otra opción, ya están contra la pared.

“Así es esto, no hay de otra”, es una de las frases características de los adultos, que viven resignados, repitiendo las frases que escucharon de sus padres, creyendo que lo mejor es aplicar esas enseñanzas con sus hijos.

Otra de sus frases favoritas es: “No le des el pescado, mejor enséñalo a pescar”.
Un absurdo en un mundo como el de hoy. Un pretexto para quienes no supieron –metafóricamente- construir una represa o racionar sus peces.

¿Enseñarlos a pescar? ¿En dónde?, me pregunto yo, si los muelles tienen dueño, la poco agua que hay está contaminada y la pesca sobreexplotada.

Con esa filosofía no van a garantizarle el futuro a sus hijos.

Buena suerte a todos ésos que trajeron niños al mundo y les están enseñando a pescar en vez de darles el pescado. Espero todavía encuentren sedal, anzuelos, muelles, agua y -sobre todo- peces.

jueves, mayo 06, 2010

La menos sincera de mis disculpas

Le he huevoneado un poco al blog porque en la vida real -la de carne y hueso, ésa donde no tienen amigos- me ha salido algo de trabajo y compromisos y viajes a la tiendita de la esquina, pero prometo que la próxima semana seguiré con las aventuras del Escuadrón Retro y una que otra de mis amarguras.
Por lo pronto, los dejo con uno de los modelos de los "pegotes" en "technicolor" que sacaré en verano. ¡Ta rebonito!