jueves, diciembre 30, 2010

Las tías y sus ondas raras

Hace tiempo que ya no me encabronan estas fechas de regalos, villancicos, buenos deseos y amor al prójimo. Mejor trato de disfrutarlas sin dejar a un lado mis convicciones satánicas; pero que conste que no por eso soy un hipócrita, ¿eh?. Simplemente me dejo llevar. Como mucho, compro algunas cosas, me río lo más que puedo y me emborracho con bebidas finas que no acostumbro un fin de semana cualquiera.

Si la familia quiere pedir posada: agarro mi velita, me uno al montón y hago como que canto, y, para hacerlo más divertido, le cambio la letra a las canciones: en vez de decir: “o-o-os pido posa-a-a-da”, digo: “o-o-os pido las na-a-a-lgas”. Si la familia quiere rezar, pues yo hago como que me persigno y en vez de besarme la mano al final (cuando dices “amén”), me la pongo en el pito y le hago “muaks”. Y cosas así por el estilo, bien bonitas y fraternales.

Pero insisto en algo que dije hace como un mes: la gente enloquece un poco cuando muere un ser querido. Ora verán por qué se los digo.

La cena de Noche Buena fue en casa de mi abuela recién fallecida. Obviamente hubo oraciones, lloradera, recuerdos y todas esas cosas sensibles. Pero también hubo loqueras. Por ejemplo: el cuarto de mi abuelita estaba cerrado con llave porque ahora resulta que está prohibidísimo entrar ahí. ¿La razón? No la sé, sólo mis tías y sus ondas locas la saben. Respeto su proceder, pero hacer eso en una fiesta de 50 invitados donde sólo hay un baño (dos contando el del cuarto “prohibido”), está cabrón. Si para miar era una fila de la chingada, imagínense ahora a dos personas cagandose al mismo tiempo y un baño limpio y libre al que está prohibido entrar. ¿A poco no es de locos? Pero bueno, son ondas de mis tías.

Total que toda la noche mentalicé a mi estómago, a mi intestino y a mi fundillo para que no se les fuera antojar ir a cagar. Logrando lo anterior con el poder del pensamiento (y haciendo un poco de fuerza en el nudo del culo), me metí a la cocina para prepararme un whisky. Salí de la cocina meneando mi bebida con el dedo y, en eso, que me topo con la segunda locura de la noche: un grupito misterioso formado por tías y primos que estaban muy atentos a lo que platicaba el novio de una de mis tías. Y como yo no tengo nada de metiche, que me uno a la bola para escuchar la plática. El novio de mi tía estaba diciendo que esa tarde, cuando llevó la ensalada de manzana que les había tocado llevar para la cena, vio a mi abuela sentada en un sillón de la sala, vestida toda de blanco y con alas.

Yo pensé: “Ahchinga, chinga, chinga… ahora resulta que mi abuelita se le aparece a un cabrón improvisado; a un cabrón que es nuevo en la familia, y ¡a mí!, que se supone que soy el nieto mayor y el consentido, no se me aparece ni andando pedo ¿Pos de qué pinches privilegios goza este cabrón o qué chingados?”. Y mejor me fui y dejé a todos ahí embobados, escuchando las mentiras de ese cabrón.

Insisto: la gente enloquece un poco cuando muere un ser querido.

miércoles, diciembre 29, 2010

De entre las mil y tantas rayadas de madre que recibí en mi correo por lo que escribí sobre don Alejo Garza Tamez, hubo uno en particular que me llamó la atención (aparte de que era el único correo en el que no me mentaban la madre, jejejeje).

No sé si fue una broma (aunque el autor asegura que no) o el tipo en verdad sepa algo, pero me puso a pensar en algunas cosas que no había pensado por no ser tan fan de don Alejo. No pondré el texto íntegro porque no he recibido la respuesta con el consentimiento de su autor, por lo que sólo pondré un pedazo de la pantalla del monitor, para que se den una idea.


A grandes rasgos, la persona que me mandó el correo se avienta un rollo psicológico social donde asegura que don Alejo es tan real como el Chupacabras. Según él lo crearon en las fechas del centenario y el bicentenario por esa necesidad de la gente de aferrarse a héroes –o querer ser héroes- y buscar soluciones desesperadas a sus problemas. Creer en algo más. Sumarle un santito a la lista divina para sentirnos más protegidos y seguir estirando la esperanza -eso sí- sin recibir soluciones verdaderas.

El autor dice que ya sabían lo que provocaría en la mayoría de las personas una historia como esa. Ya sabían que nadie se atrevería a cuestionar la veracidad del personaje ni de sus actos en fechas de patriotismo ciego, soberanía fallida, justicia inexistente y actos de barbarie; menos si anteponían las palabras “honor”, “dignidad” y “héroe” a la historia. Aparte, asegura que la gran mayoría –por naturaleza- piensa o ha pensado en hacer lo que se supone que hizo el señor Alejo, y el simple hecho de imaginarlo, lo vuelve real, pues si uno lo pensó, otros también lo piensan, y habrá uno que lo lleve a cabo. "Porque siempre es el otro, no uno”, dice.

El autor del correo narra que, así como todo el mundo tuvo enfermos o conoció gente que murió de influenza A(H1N1) (la cual, dice, fue también una farsa); así no falta quien haya conocido a don Alejo o a sus familiares.

Hay una parte -creo que casi al final- en la que dice sentirse extrañado de que nadie cuestione la existencia de una sola fotografía del señor, siendo que don Alejo era cazador, y los cazadores acostumbran tomarse fotos con sus trofeos. Al final termina comparando a don Alejo con el fenómeno guadalupano (por eso lo mencioné en mi post anterior), “un fenómeno social de reacciones hipócritas".

Yo conozco poco de la historia del señor don Alejo, pero me pareció interesante este correo, aunque fuera una broma. Juzguen ustedes.

martes, diciembre 28, 2010

No me apellido Contreras

Ah cómo me encabrona que la gente me vea como “Guffo: el güey que está en contra de todo”. ¿A poco doy esa impresión?

Sí, yo sé que a veces soy un tipo un poco intolerante, amargado, resentido con la sociedad y extremadamente guapo, pero no estoy “en contra de las cosas”. Algunas nomás me cagan las pelotas y otras no las considero necesarias aunque hordas de ñoños mueran por tenerlas.

Ejemplo:
El fin de semana me preguntaron que por qué no tengo Facebook. Antes de que respondiera, un familiar contestó: “Guffo no tiene Facebook porque está en contra de eso”.

¿En contra? Tendría que estar muy pendejo para "estar en contra" de una pendejada como Facebook. Si no tengo Facebook es porque no me parece útil, ni divertido, ni necesario, ni me interesa andar viendo sus horrendas caras. Si en la adolescencia sobreviví sin una mamada como Facebook, como adulto creo poder sobrellevarlo.

Después, la misma persona me preguntó si tenía Twitter, y el mismo familiar entrometido respondió: “Guffo no tiene Twitter, está en contra de esas cosas tecnológicas”.

Repito, no estoy en contra de esas cosas, simplemente no las necesito.

Se preguntarán ustedes: ¿entonces por qué chingados tienes blog si los blogs tampoco son necesarios? Bueno, para mí el blog sí es necesario porque me gusta decir lo que pienso y dibujar lo que se me hinchan los tanates; porque cuando empecé a trabajar en los medios impresos siempre me cagó trabajar para intereses que no fueran los míos y siempre me cagó no decir las cosas a como las siento, entonces, encontré en Blogger una solución.

Pero pueden estar en mi contra, queridos lectores.

P.D. Con el post de ayer aprendí que hablar "mal" de Don Alejo es como meterse con la Virgen de Guadalupe. A mi madre le han de estar zumbando las orejas. ¡Viva México!

lunes, diciembre 27, 2010

El reflejo de don Alejo


Ha pasado más de un mes desde el asesinato de don Alejo: aquel setentón que se hizo famoso por enfrentar a una gavilla de hombres armados en una de sus propiedades. Ha pasado más de un mes y sigo sin comprender esa idolatría enferma profesada a este personaje elevado a un estatus de “Nuevo Héroe Nacional”.

¿Valió la pena su muerte? ¿Habrá pensado el señor en las consecuencias de sus actos y en las posibles represalias contra sus familiares? ¿Mejoró la situación de seguridad del país con su sacrificio? ¿Se sensibilizaron las autoridades y se volvieron más efectivas en su "luchas contra el crimen"? ¿En verdad el hombre recuperó su terreno y ahora su familia puede ir tranquilamente a pasar los fines de semana ahí? ¿Valdrá la pena trabajar toda una vida para amasar bienes materiales en un país donde, de un día para otro, te los quitan impunemente? ¿Vale más la dignidad que la vida? Todo el que quiera vivir de pie, antes que arrodillado, ¿tendrá que morir?... Tantas preguntas…

Me cuestiono lo anterior porque ahora resulta que tooodos quieren ser don Alejos; que tooodos quieren seguir su ejemplo y andar armados y defender su dignidad, su honor, su orgullo y sus bienes a balazos y con la vida misma. Conozco a muchas personas que ya traen pistola en su coche y la mentalidad de: “Si me van a matar, de perdido me llevo a dos o tres conmigo”. ¡Uy, qué valientes!

¿No les aterra vivir en un país así: rodeados de gente orillada a pensar de esta forma? ¿No les aterra vivir en un lugar donde la dignidad, el honor, el orgullo y el fruto de nuestro trabajo tienen que defenderse derramando sangre, porque no existen normas mínimas de respeto ni necesidades básicas satisfechas? ¿A dónde vamos a llegar? Porque con estos ejemplos de “héroes nacionales” como don Alejo, al rato va a haber un montón de atolondrados armados en las calles, que te van a descargar su pistola en la cabeza a la menor provocación, ya sea porque los volteaste a ver en un semáforo o les echaste las luces largas y “heriste su orgullo”.

No sé. Yo no aplaudo lo que hizo don Alejo, aunque a veces –no lo niego- me sobran ganas de salir a la calle con una ametralladora y dispararle a los pinches policías o de agarrar una tanqueta y pasar por encima de un embotellamiento con gente neurótica que no para de sonar el claxon. Pero no, no creo que valga la pena matar o morir por nada, menos por “dignidad”, “orgullo” o bienes materiales; porque para empezar, si los ciudadanos de una nación tienen que defender a balazos, a granadazos, a chingazos o a mordidas lo que por naturaleza es suyo, se vive en un estado fallido; en algo más salvaje que una jungla; en un callejón o al borde del precipicio… aunque digan que no. Desde el momento en que tenemos que defender los valores con violencia, hay algo podrido en nuestro entorno y en nosotros mismos.

Qué triste que vivamos en un país donde los héroes son don Alejos y no profesores, doctores, arqueólogos, biólogos o geólogos; que no sean héroes quienes trabajan por mejorar las condiciones de vida de todos los mexicanos. Todos quieren ser héroes fáciles. Hollywoodenses. De ésos que gritan “¡Libertad!” cuando los están masacrando. Héroes muertos, pero héroes al fin, según ellos. Héroes cuyo legado se esfuma de un día para otro.

¿Cuál sería la solución? ¿Largarse a la chingada de este país? ¿Vivir lo más modesto que se pueda? ¿Seguir matando a todos? ¿Seguir trabajando y no perder la fe? No lo sé. Quisiera tenerla. A veces pienso que ni siquiera está en uno.

jueves, diciembre 23, 2010

El cliente que me robó la navidad

Hay clientes que de plano impiden que tenga un espíritu de amor, armonía y paz esta navidad.

Hoy vino un ruco al negocio, todo estresado, y me dijo que necesitaba “cajas de ésas que tengo en la bodega”.
Hay como 70 tipos de cajas en la bodega, y el señorón viene y me pide “de ésas que tengo en la bodega”... Díganme si no es una mamada.

Ah, y todavía se encabrona cuando le digo que sea más específico con el tipo de caja, la medida o el código. Me dice el muy culero:

-Pos el año pasado vine aquí y las cajas que me llevé usted mismo las sacó de allá de atrás –y señala la bodega el hijo de puta.

¿Será muy duro el castigo que deberé afrontar si mato a un cliente en navidad, queridos lectores?

P.D. Y luego les cuento de la vieja loca que llegó pidiendo –agárrense- ¡cajas en forma de virgen!… Chale… los daños que provoca la religión en el cerebro son irreversibles.

lunes, diciembre 20, 2010

¡Ya salieron!


Me acaban de entregar la segunda edición de Diarios del Fin del Mundo.

El libro trae portada distinta, el prólogo de Alberto Chimal, los 20 relatos de la primera edición y nueve relatos extra; algunos autoría de nuevos participantes.

El libro cuesta 150 pesitos ya incluyendo los gastos de envío a cualquier parte de México. Si el envío es a Estados Unidos, Europa o Sudamérica, el costo es de 20 dólares o 250 pesos. En la parte superior derecha del monitor está el botón de PayPal. Quienes estén en contra de PayPal mándenme un correo a guffo76@hotmail.com y les paso el número de cuenta al que se deposita.

Hay tarifa especial para la banda de Monterrey y para aquellos que compraron la primera edición y quieren comprar también ésta.

Muchas gracias a todos. Buen inicio de semana.

lunes, diciembre 13, 2010


Cuando pude quitarle del hocico al Cucho –a patadas y chingadazos en la cabeza- ya era muy tarde. La quijada del Bull Terrier había triturado las costillas de mi perro y perforado un pulmón. En el quirófano, con las pocas fuerzas que le quedaban, Cucho buscó mis manos para tender su cabeza sobre ellas y lamió mi muñeca.

Si yo no fuera yo, posiblemente me burlaría de las personas que hablan de las muertes de sus mascotas. De ridículas, cursis y exageradas no las bajaría. Pero lástima, soy yo. Y no, no soy el único ni el primero ni el último que pasa por una situación de éstas, pero algo así duele igual que cuando eras niño.

Es extraño sentir tanto por un perro habiendo tantas desgracias en el mundo. Me parece egoísta llorar por un animal que lo recibió todo cuando muchos humanos no reciben ni la mitad de ese cariño en toda su vida. Pero, desgraciadamente, la humanidad no es mi responsabilidad y, honestamente, querer al prójimo cuando no lo conozco o no piensa igual que yo, se me dificulta mucho. Por eso la gracia de los perros.

Pocos sentirán lo que aquí escribo. Quizá sólo aquellos que tengan mascotas, que sean personas solitarias, que estén locos, que tengan pocos amigos o mucho corazón o sepa la fregada... Sólo quería compartirlo.

martes, diciembre 07, 2010

Una tira que se me ocurrió cuando murió Leslie Nielsen. Algo predecible, pero no quise dejar de dibujarla.

sábado, diciembre 04, 2010

Fotopensamientos

Dejé de lado -pero no para siempre- mi repudio hacia las multinacionales y saqué mi membresía del Costco. Sentí que me traicioné un poquito, ¡snif! Pero sólo un poquito.

Luego, me sentí mejor: nada de lo que compras en Costco te lo ponen en bolsas de plástico y las cajeras son más amables. Punto a su favor. Que chingue a su madre Soriana.

Compré carnes frías que nunca había comprado. Queso del caro. Comida libanesa que en ningún otro lugar había conseguido, sólo en restaurantes pipiris nice de los que sales en pelotas, con una mano por delante y la otra por detrás después de pagar la cuenta.

Llego a mi casa y me preparo un sándwich diferente a todos los que alguna vez me preparé. Espinacas y calabacitas incluidas. Pero el queso derretido las tapa y no se ven.


Me lo como a oscuras, en la sala, viendo los peces del acuario. Con el burbujeo de la bomba de fondo. Quién diría que una sala que compré en oferta hace 7 años se vería de lujo con una sencilla y económica tapizada.


El burbujeo del acuario es un arrullo constante. Como la lluvia que golpea en el parabrisas. Como el zumbido de las hélices de un bimotor, que nos hacen creer que el cielo tiene banda sonora.


Nunca había visto el cielo desde el asiento de un copiloto. Las nubes se parecen a las piedras que se asoman sobre la superficie de un río. Como respirando. Como las jorobas de un camello que nada. Quiero ir saltando de una en una. Que se conviertan en tortugas y me lleven lejos. Hasta resbalar.
Nunca había visto el cielo como ahora veo las cosas. O trato de verlas.

Todo es caos. Todo es matemático. Incluso lo que parece darnos paz y felicidad. Calculado fríamente. Lo que viene de afuera hacia adentro. Números y más números. Aparatos para medirlo todo. Pero de adentro hacia afuera, las cosas son distintas.


Lo que sale de adentro, desde el fondo, no puede medirse. Rompe cualquier instrumento, por más preciso que sea.

Confieso que en el aire iba un poquito zurrado, por el susto. Pero nomás un poquito. Aunque esa sensación y todas las emociones del momento no se midan con nada.

jueves, diciembre 02, 2010

Nadando entre cuacha

Bien dice Noam Chomsky que los mayores enemigos de la democracia son quienes dicen defenderla.

Qué risa da ver a todo el aparato de inteligencia norteamericano queriendo limpiar la mierda derramada por WikiLeaks. Expuestos ante el mundo como los hijos de puta que son, no les queda de otra mas que decir que WikiLeaks es una asociación terrorista, que lava dinero, que su fundador es un violador, bla bla bla bla...

Pues sí, a nadie le gusta que le digan sus verdades. Menos cuando decimos una cosa y hacemos otra; cuando aparentamos ser algo que no somos y nos empeñamos en que todo el mundo así lo crea.

No tengo nada en contra de los Estados Unidos ni de su gente, al contrario, lo considero un país maravillo. Lástima de sistema: esa maquinaria voraz, sedienta de dinero y sangre que está por encima de cualquier gobierno, diálogo, razonamiento, soberanía, sueño o ideal.

A continuación, mi percepción de los gringos cada que les dicen sus verdades o les llevan la contra:


Y no quise hablar del tema de las drogas que consumen ni de las armas que nos venden, pues nunca acabaría.

Yo sólo me pregunto: ¿qué pasaría si algún día dejáramos de mandarles esas drogas de las que tanto se quejan? Dejen de mandarles drogas, para que vean quién es el verdadero malo de la película...

viernes, noviembre 26, 2010

Jueguitos infantiles modernos

La Navidad está cerca. Los niños del mundo (capitalista) escriben cartitas a San Nicolás, Santa Clos, al Niñito Jesús o quien sea el depravado que les pone juguetes bajo el pino.

Dicen los expertos en “infantología” (sí, es una ciencia que sí existe y es muy seria), que se han perdido las tradiciones; que los juegos de actividad física han desaparecido; que los niños de ahora piden aparatejos y consolas que los mantienen aplastados frente al televisor todo el día. Los niños ya no quieren balones ni triciclos; ya no usan la imaginación para jugar, snif.

Pero yo no estoy de acuerdo con lo que dicen los expertos. Al contrario: creo que los niños de hoy siguen jugando en espacios abiertos, al aire libre, y disfrutando de los juegos “pasados de moda” o "de antaño", como el yo-yo, el trompo, la pericocha, el bote pateado y los columpios... simplemente los han adaptado a su realidad.



Buen fin de semana para todos.

jueves, noviembre 25, 2010

Qué humildad la mía 2

Dejé de ir a mis tacos favoritos antes de ponerme a dieta, todo porque la señora que atiende el puesto me tenía hasta la madre con sus pláticas.

La gota que derramó el vaso fue una mañana que llegué crudo a comerme cinco tacos en tortilla de harina con papa y frijoles. La ñora empezó a platicarme, angustiada, que su hijo de 20 años había embarazado a su novia de 19, que se iban a tener que salir de estudiar, que su hijo no encontraba trabajo, que los papás de la chavita estaban bien encabronados, que no sabían qué hacer… puras pinches quejas. Y yo bien crudo.

Ya que se desahogó y quitó su cara de compungida, la señora empezó a hacerse cocowash, como los loquitos, y me dijo con una sonrisa: “Ay, pero bueno, debemos verle el lado positivo a las cosas, ¿vedá? Todo en esta vida es una bendición; Diosito sabe por qué hace las cosas, voy a ser abuelita, bla bla bla”. Deliraba mal pedo la pobre vieja.

Yo quisiera saber si sigue pensando en “bendiciones” el día que vea a su hijo batallando con el dinero, con el trabajo, con la leche del niño, los pañales, las colegiaturas. Cuando vea a su hijo condenado a vivir una vida que no eligió en el momento que le llegó. Quiero ver si piensa lo mismo cuando el pendejo de su hijo le haga el otro chipote en la panza a su novia, cuando lleguen a pedirle dinero, cuando lleguen a vivir a su casa con todo y chamaquitos, cuando tenga que dejar su negocio para dedicarse a cuidar a sus nietos porque su hijo y su nuera trabajan todo el día.

No señora, ésas no son bendiciones, ésas se llaman pendejadas, no quiera justificarlos. Estoy seguro que si le preguntara al bebé que viene en camino si se considera “una bendición” por nacer de dos padres veinteañeros, desempleados y sin estudios, se saldría del útero, le daría una patada en el culo, se metería de nuevo y se ahorcaría con el cordón umbilical. Le apuesto lo que quiera a que esto pasaría.

¿Tan difícil es tomar buenas decisiones? ¿Tan difícil es aprender en cabeza ajena? ¿Tan difícil es no cometer errores que cambien tus planes de vida? Ay, pero es que de los errores se aprende; ay, están jóvenes; ay, pero es que nadie aprende en cabeza ajena; ay, es que la vida son tropiezos; ay, Diosito sabe por qué hace las cosas... Por mentalidades como las anteriores nunca aspiraremos a convertirnos en el Superhombre del que hablaba Nietzsche, y siempre seremos los Chavos del 8 que prefieren decir: "Se me chispoteó, pipipipipi..."

Es que neta: ¿son tan pendejos como para no tomar decisiones correctas sin incurrir en el error y, aparte, justificarlas como algo divino? No mamen. Y sí, yo entiendo que uno puede cometer alguna falta de ortografía, comprar unos zapatos una talla más chica, escoger un tapete de un color que no combina con las cortinas del baño o dar un golpe en el coche; pero no poder pensar tantito para evitar consecuencias obvias, me parece una pendejadota.
¿Tan difícil es?... ¿Tan perfecto soy?, snif.

martes, noviembre 23, 2010


Qué ironía que la Cumbre del Cambio Climático vaya a realizarse en México, país con pobres -o inexistentes- políticas ambientales. Pero sobre todo, qué desfachatez hacerla en Quintana Roo, uno de los estados más depredados por los políticos, empresarios hoteleros, restauranteros y antreros; que le han partido en su madre a pantanos, manglares, selvas, playas, ríos, lagunas, arrecifes y fauna por ganarse unos cuantos centavos. Ellos dicen que no, que todo es “ecoturismo” y “de color verde” (billete) y que “cumplen con las normas ambientales” y bla bla bla, pero yo no les creo ni madres. Basta con ir a ese lugar para comprobarlo.


Ah, y no conformes con un Cancún, ahora quieren dos "cancunes":


sábado, noviembre 20, 2010

Pateando culos religiosos

Muchas gracias a todos por sus correos y sus muestras de afecto referentes a la muerte de mi abuela. Aunque confieso que también recibí algunas críticas por mi manera de decir las cosas en situaciones "tan delicadas", y por haberle echado mierda al padrecito que ofició su misa en un post que “pudo haber prescindido de eso”, según algunos lectores.

Desde ahorita les digo que, si por mí fuera, me iría de iglesia en iglesia, de catedral en catedral y seminario en seminario pateándole el culo a los sacerdotes, ministros, obispos, cardenales, monaguillos y demás orates con licencia divina; pero no tengo el tiempo, snif.

Gente cercana y familiares siguen pensando que la misa fue hermosa, pero yo sigo diciendo que mi abuela merecía más. Mucho más. No palabrería sobada de un manual antiguo ni poemas de florecitas. No mamen. Si la amaban de verdad, deberían de estar ofendidos.

“Ay, es que el poema de las flores que dijo el padrecito al final estuvo hermoso, nunca lo voy a olvidar”, expresan con voz quebrada y lágrimas en los ojos.

Chinnngada madre… a ver… ¿cómo se los explico sin quedar como el ogro ateo y malhumorado que soy?...

Imaginen al padrecito sentado en un sillón, viendo la lista de misas que tiene que oficiar ese día y contando las montañas de dinero que le dejan los incautos y los temerosos de Dios. El padrecito ve que murió una mujer y se le ocurre lo más fácil: agarrar un pinche poema pedorro que habla acerca de las flores; un poema que ya está escrito, pero como la gente no lee, no lo conoce; un poema tan obvio que da hueva escuchar la primera estrofa.

Me imagino al padre diciéndose a sí mismo: “Mmmm, se murió una señora… a las mujeres les gustan las flores... siempre las comparan con ellas por su belleza y su delicadeza… ¡Bingo! Voy a decir un poema que hable de flores y metafóricamente hable de las virtudes de la mujer... Eso nunca se ha visto. De seguro la misa será un éxito”. Chale. Y todavía cobró el muy cabrón.

Les repito: si por mí fuera me iría de iglesia en iglesia, de catedral en catedral y seminario en seminario pateándole el culo a los sacerdotes, ministros, obispos, cardenales, monaguillos y demás orates con licencia divina, pero no tengo el tiempo.

Que me disculpe mi abuela, que fue híper creyente y súper católica, pero eso pienso y en muchas cosas no creo. Pero como me dijo un amigo: "No tienes que creer, estoy seguro que tu abuela creía por ti".


viernes, noviembre 19, 2010

¡Qué honor!

Hace más de 5 años subí esta foto con este texto. La imagen la tomé en un viaje que hice por las bahías de Huatulco durante el verano del 2005.

Al parecer, la fotografía ha gustado mucho, pues la han utilizado en varios blogs, eventos culturales, posters y hasta discos.



Gracias por difundir mi foto, aunque nadie sepa que yo la tomé. No importa, esos son sólo caprichos del ego, snif.
Me siento como Alberto Korda, autor de la famosa foto del Che Guevara, pero en chafo.

miércoles, noviembre 17, 2010

Recuerden que a veces publico caricaturas y textos en Hazme el Chingado Favor, para que se den sus vueltas por allá. Ahí sí se pueden dejar comentarios.

martes, noviembre 16, 2010

Qué humildad la mía, snif

Después de la muerte vienen los desacuerdos.

El color del ataúd, quién va a dar las misas y en dónde, cómo van a maquillar al fallecido, qué tipo de flores, qué foto van a poner sobre el féretro: una con los hijos o una donde se incluya también a los nietos… Como si todo eso importara.

Yo ya dije: el día que muera, sáquenme todo lo que sirva y avienten mis restos a una fosa común; pero no le den ni un pinche peso a la mafia funeraria y panteonera

Luego, vienen más pleitos: quién se va a quedar con la casa, por qué ellos se van a quedar con la casa, quién se va a quedar con el carro, por qué él y no yo. Los pocos bienes del difunto se convierten automáticamente en un botín de bandoleros sin necesidad. Las ovejas sacan las garras y el cobre.

¿Qué necesitan las personas para que les caiga el veinte? ¿Qué necesitan para darse cuenta de la futilidad de la vida y de lo que en realidad importa? ¿Necesitan que les pongan un pinche cuerno de chivo en la nuca y les digan que imploren por su vida para ver si así la respetan? ¿Necesitan que les truene una pinche granada y les vuele una mano y media pierna para que se dejen de mamadas?

En serio que no es por mamón ni por soberbio, y no me lo vayan a tomar a mal, pero cada que me entero de cosas así, me siento un ser superior. Alguien supremo, todo bondadoso y casi perfecto, que está muy por encima de cualquiera. En pocas palabras: me siento un súper humano, un sabio, un Dios. Y me siento así porque yo no caigo en bajezas.

Lo mismo me pasa cuando digo buenas tardes y nadie me contesta; cuando doy el paso en el coche y alguien más me lo niega; cuando abro una puerta y el que pasa ni las gracias me da; cuando me preguntan por qué pienso de tal forma, cuando nadie entiende por qué me llevo bien con el ex marido de mi vieja, por qué no aprovecho y agarro tajada o saco provecho de algunas palancas.

En serio, me siento enorme. No quepo en este mundo. No me merecen. No somos iguales.

Y repito: no es por mamón ni soberbio ni ególatra; simplemente me siento así porque la mayoría de las personas muestran su pequeñez.

Muchas gracias, gente horrenda y chaparra; gracias por hacer que me sienta superior a ustedes.

Ahora: récenme.

lunes, noviembre 15, 2010

Entubada, con la piel amarillenta y los labios contraídos a causa de una enfermedad terminal, mi abuela todavía tuvo los ánimos de organizar a la gente que rodeaba su cama para cantarme Las Mañanitas, hace un par de semanas. Es el mejor regalo que he recibido en 34 años de vida, a pesar que de niño hacía berrinche y lloraba cuando me las cantaban.

Volví a visitar a mi abuela tres días después. El color de su piel me impactó. Parecía un personaje sacado de las caricaturas de Los Simpson. La besé –olía a sus cremas para la cara- y le tomé la mano –la tenía fría-. Me dijo que ya no querían darle comida china ni camarones de Don Leo, que pura papaya licuada. Ahorita mismo los regaño y te traigo tu cóctel, le dije sonriendo, ante la mirada compasiva de una enfermera y una tía.

Ya me duele mucho mi panza, mijito… se me hace que no llego a mañana. Pensé que con sus palabras se me helaría la sangre, pero no. No supe qué decirle. Me quedé callado. Sólo sonreí y le acaricié el cabello. ¿Qué puede decir un ateo en esas situaciones? Un ateo que la disfrutó 34 años.

Mi tía y la enfermera se le acercaron y le dijeron que no pensara eso, que se iba a poner bien, que le echara ganas, que se pusiera en manos de Dios, que el cuadro del Sagrado Corazón colgado en la pared siempre la había cuidado. No sé si su intención era mentirle o mentirse ellas mismas, contagiadas por las mentiras que hemos escuchado toda la vida y nos enseñan a repetir como cotorritos amaestrados. Cuando mi tía y la enfermera salieron de la habitación, mi abuela me miró como si supiera algo que nadie más sabía. Se le veía en los ojos. Fue como si acabaran de revelarle un secreto que los demás sólo conoceremos cuando lleguemos a ese momento.

Que sea la voluntad de Dios, ¿verdad mijito?, dijo con un suspiro ahogado. Así va a ser, abuelita, le respondí haciendo a un lado mi ateísmo.

Cinco días después, mi abuela murió. Llegué justo cuando dejó de respirar, después de recibir una llamada desesperada de mi madre. No quise hacer bulto en el cuarto, donde había varios familiares histéricos, hablándole y queriéndola arrebatar de lo inevitable. La tocaban, la movían, decían que todavía tenía pulso, que sentían que respiraba, que aún los escuchaba. La enfermera hacía su trabajo y les seguía la corriente, como queriendo alargarles la ilusión de la vida. ¿Qué diferencia hay entre un cuerpo vegetativo y consciente a uno muerto? Las personas no saben de calidad de vida, pero la pregonan cada que pueden y no respetan a quien ya la ha perdido.

La gente enloquece un poco cuando muere un ser amado. Mis tías veían ángeles en el cuarto, había comadres que rezaban y lloraban y se arrodillaban en el piso, primas que se aventaban al cuerpo inerte para abrazarlo y decirle que no se fuera, vecinas que veían escarcha dorada sobre su piel, como si la virgen de no sé dónde la hubiera tocado. Todo mundo le buscaba el lado mágico a la muerte, el aspecto sobrenatural a la garantía más natural de la vida. Yo, me limité a recargarme en el marco de la puerta de la habitación, a contemplar la escena. Desde ahí, mi abuela me pareció la muerta más hermosa del mundo.

Pensé mucho ese día, antes de que se llevaran su cuerpo, y también los días siguientes. Sobre todo en la misa, oyendo las pendejadas que decía el padre. Ni siquiera la conocía y se sentía con derecho a hablar de ella. Dijo que tena 13 hijos, cuando tuvo 11; se refirió a ella como la señora Leticia, no Alma. Nadie le decía Leticia a mi abuelita. Ni eso pudo hacer bien el pendejo, y hasta cobró el muy cabrón por frases tan trilladas como: "guerrera incansable", "madre ejemplar", "flor que con su perfume lo impregnaba todo", "Dios la necesitaba en sus filas", "ya está descansando"... eso todos los sabemos, imbécil. Es increíble que un emisario de alguien supuestamente celestial no tenga la capacidad para decir cosas bellas por un semejante. Al igual que tanta gente. Muertos en vida que siguen un formato.
Obviamente, las tías que vieron ángeles, las comadres que rezaron y las vecinas que vieron escarcha dorada sobre su rostro, dijeron que la misa había estado hermosa y que el padre había hablado divino, y empezó de nuevo la competencia por ver quién lloraba más, porque, para muchos, quien más llora es quien más la quería.

Y todo hizo click. O corto circuito. En el cerebro y en el alma, o lo que sea que tenemos adentro. Varias noches se me fue el sueño. Agarraba un libro pero me ganaban las ganas de pensar. Abro los ojos y paso de los 34; mañana los abro y tengo lo doble. Si acaso los abro. Siempre supe lo anterior. Es un razonamiento sencillo, lógico, pero nunca lo sentí tan profundo. Derramé pocas lágrimas en la iglesia –algunas por las pendejadas que decía el padrecito- y estando a solas, en la penumbra de mi cuarto. Lloré más por lo que significa la vida que por perder a alguien que nunca sentí que perdí a pesar de su ausencia. Comprendí que la vida es memoria. A eso se resume todo. Tengo treinta y tantos años de recuerdos con mi abuela. Un tesoro. Compadecí a quienes no tienen desarrollada esa capacidad y a quienes no han tenido tanto tiempo una abuela. Comprendí que la vida no es esto en sí. Esto que está aquí. Y me dio coraje. También me dio risa que tantos presuman estar vivos. Que tantos vivan sin vivir. Y que yo tenga que vivir junto a ellos. La vida es sentir, no respirar; inspirar, no pasar inadvertido. Reafirmé mi postura a no estar donde no quiero estar, a no hacer lo que no quiero hacer, a creer lo que creo, a decir lo que pienso y siento como lo pienso y lo siento; a no perder mi tiempo ni en cosas ni en gente ni en emociones que no me dejan nada en el pecho –donde a veces sentimos miles de alas de mariposas- ni en la memoria. Lloré porque me di cuenta de muchas cosas que antes no veía. Del tiempo que sentí perdido y nunca lo fue, pero me hicieron creer que lo era. También del tiempo que posiblemente me quede por vivir y no quiero perder. Me di cuenta de todas las cosas que no hice por falta de dinero, de pantalones, de acompañante o de tiempo… y ahora me doy cuenta que no se necesitaba ni tanto dinero ni tantos pantalones ni acompañante ni tiempo. Sólo tomar una decisión. Seguir una corazonada. Conocerme a mí mismo. A fondo. Y dejar que las cosas fluyeran.

Antes fingía un poco -lo confieso- que nada me importaba. Ahora en realidad nada me importa. Y no lo digo porque todo para mí haya perdido su valor, sino porque ahora he encontrado su valor verdadero. Gracias a mi abuela y a su ausencia física.

En el refri aún tengo dos bolsas con habas y lentejas congeladas. Las últimas que preparó, pero no he querido comérmelas. No sé qué estoy esperando.
La gente enloquece un poco cuando muere un ser amado.

viernes, noviembre 12, 2010

Avances...

He bajado 5 kilos con la dieta que me pasó mi hermana (pero no se las paso... a mi hermana).

Y la mejor forma de celebrar esos kilos de menos fue atascándome un costillar adobado de cerdo de mi cantina favorita: El Zacatecas, con sus respetivas cervezas Superior (sí, todavía existen).


A mí lado, Rafa Ibarra, autor de un blog para borrachos y tragones... perdón: para gente con clase que le gusta el buen comer y el buen beber, como a mí.

sábado, noviembre 06, 2010

La cultura verde de mi ciudad

Alguna vez mencioné que quisiera tener mucho dinero sólo para comprar una isla privada, mi propio país, mi propia ciudad o, ya de jodido, tener mi propio barrio.

Quisiera cumplir este sueño guajiro para que la gente que viviera en mi isla, país, ciudad o barrio hiciera lo que yo dijera y viviera de acuerdo a mis filosofías, ideales y leyes; y al que no le gustara que fuera a chingar a su madre frente a un batallón de fusilamiento.

Pero no se asusten, queridos lectores; no soy sectario ni extremista ni dictador ni tengo ideas tan locas ni pido cosas imposibles. El único requisito para vivir en mis tierras y no ser fusilados, sería que no le hicieran esto a los árboles:






Es lo malo de vivir en una metrópoli naca, iletrada, hambrienta y empresarial; donde no nos gobiernan ni los filósofos ni los hombres de ciencia ni los sabios. Pero ¿dónde gobiernan?

Las imágenes anteriores son las mismas de cada año cuando se acerca el invierno: puros árboles mochos.

Antier llegó un pendejo de municipio a ofrecerme sus servicios -gratuitos- para mutilar el fresno de más de 25 años que está afuera de la casa en donde ahora vivo. El hombre me argumentó que los árboles "deben" podarse en esta época del año porque “hacen mucho mugrero” y "reverdecen más bonito en primavera". Amablemente le dije al tipo que no me interesaba, y me rebatió con que "todos los vecinos de la cuadra estaban podando sus árboles". Le dije que eso no era una poda, que era una tala, y le aclaré que yo no era como los demás vecinos, que más respeto por favor, que no me perroconfundiera. El empleado del municipio se fue a seguir con su labor.

Y pues resulta que ahora soy el loco del barrio (siempre quise un apodo así, ¡yupi!). El vecino indeseable. El que lleva la contra al acuerdo común entre quienes habitan en esa calle. Soy el vecino que por su culpa la cuadra estará llena de hojas, ay, snif, qué tragedia. ¡Pues bárranlas, pinches huevones jijos de su puta madre!, pero a mi árbol no lo tocan (después de leer esto también seré el vecino grosero al que le van a querer partir la madre, jejeje).

No sé ustedes, pero -aparte de todos los beneficios que otorgan los árboles- los paisajes más hermosos que yo he visto han sido los cubiertos por hojarasca. El pedo es que la gente de barriada nunca ha agarrado un puto libro con fotos, mucho menos ha viajado y ya no pido que sepa algo de ciencias naturales básicas.

Todo el día me han retumbado en la cabeza las palabras de la bruja que me hizo una carta astral (la primera y única vez que fui a una onda de ésas) cuando me vio. Me dijo: "Tú nunca vas a ser feliz aquí... no vas a cambiar nada, mijo... el que está mal eres tú, el que se tiene que ir eres tú... mejor vete, mijo, nunca vas a encajar y te vas a morir haciendo corajes". Ahora creo más en las brujas esotéricas. Algo de cierto hay en sus palabras.

lunes, noviembre 01, 2010


Recuerden que mañana martes es el último día para pedir sus playeras del Escuadrón Retro.

Esta semana enviaré por SEPOMEX los pedidos recibidos la semana pasada y los que se junten hasta mañana. El paquete tarda entre 5 y 10 días hábiles en llegar.

La banda de Monterrey que me pidió playeras y quedamos en vernos en algún lugar céntrico, avisen si aún las quieren, para seguirlas apartando.

Muchas gracias a todos. Buen inicio de semana.

sábado, octubre 30, 2010

Mis clientes son del diablo

En la mañana llegó un viejillo al negocio de cajas. Muy verga según él:

-Necesito caja chica, mediana, grande y extra grande para pizza –me dijo con muchos huevos.

-Buen día, ¿qué pulgadas son las que necesita, señor? –le pregunté amablemente.

-Quiero caja chica, mediana, grande y extra grande –me repitió el viejo con un tonito de: “no me entendiste, ¿o qué? pendejo”.

-Necesito las medidas de las cajas o el código, señor –le dije-, porque los tamaños varían según cada negocio. Hay negocios que se llevan “nuestra” caja chica y la usan como mediana o se llevan la grande y la usan como chica.

-He venido aquí 50 veces –pinche ruco mentiroso, nunca lo había visto- y nunca me habían preguntado eso –me dijo molesto.

Quise responderle: “Pues si ha venido 50 veces ¿por qué vergas no se ha aprendido las medidas ni los códigos de sus cajas, viejo pendejo?”, pero me lo reservé porque por ahí dicen que El Cliente Siempre Tiene La Razón.

Total que el viejo se desesperó todo y me dijo casi arrancándose los pelos de la cabeza:

-Bueno, ya: dame de la caja más chica que tengas hasta la más grande, ¿te parece?

-Me parece bien, señor –le dije sonriendo. Di media vuelta y entré en la bodega.

Saqué las cajas y se las mostré. Al verlas, puso la cara de pendejo que ponen todos los clientes que no tienen puta idea de lo que quieren pero nomás quieren joder:

-Eeeeh… mmm… ésta no es la chica, ésta es la grande -dijo analizando las cajas con los lentes puestos-… esta cajota yo ni la manejo… está muy grande... eeemmm… Necesito una todavía más chica que la chica…

-Ésta es mi caja chica y ésta es mi caja extra grande –le dije señalando ambas cajas-, por eso le pedí las medidas o el código de sus cajas.

-Eeeeh… mmm -masculló el ñor todo apendejado-… deje hablo al negocio para que me pasen las medidas… ¿Cuál es el código? –y le señalé el número que trae impreso cada caja.

"Lo bueno es que ya había venido 50 veces, eh", volví a pensar.

Total que el pinche ruco no se llevó nada porque no se sabía las putas medidas de sus cajas de pizza. Bueno, sí se las sabía: chica, mediana, grande y extra grande… Baboso.

Chaaale… ¿Por qué mis sábados tienen que ser así?

Pinche Carlos Slim o Bill Gates, no mamen: regálame dinero, no sean ojetes. Los artistas como yo necesitamos becas y mecenas, no salarios con horario de oficina, snif.

…………. ¡Chíngada madre! ¡Y ahí viene otra vez el pinche ruco de las cajas! ¡Heeelp!

viernes, octubre 29, 2010


NOTA: Recuerden que el próximo martes es el último día para hacer sus pedidos de playeras del Escuadrón Retro. Ya quedan bien poquillas. Para los que me preguntaron: sí hay envíos a Estados Unidos, Canadá, Europa y Sudamérica. En el perfil del blog viene mi correo o ahí está el botoncito de PayPal.
Muchas gracias a todos.

Esperen sorpresas...

jueves, octubre 28, 2010


Creo que fue don Agustín Basave Fernández del Valle quien dijo algo así como: “No es que el mexicano desconozca la ética, sino que ser ético no es funcional en un país donde todo lo que nos rodea es disfuncional”.

Ponía el típico ejemplo de “dar mordida” cuando el agente de tránsito nos retiene el coche por alguna falta cometida. Siendo éticos, acataríamos la decisión de la autoridad, asumiríamos nuestra culpa, dejaríamos que se llevaran nuestro vehículo y pagaríamos las sanciones impuestas. Dejando a un lado la ética, desembolsaríamos un billete de 200 pesos y el asunto quedaría arreglado al instante.

Si el mexicano tuviera la certeza de que no va a perder uno o dos días en tediosos trámites burocráticos, lidiando con nefastos empleados de gobierno en instalaciones que dan lástima; no daría mordida. Si el mexicano tuviera la opción de un transporte público eficiente o de andar en bicicleta –como en Copenhague o Ámsterdam- para así eliminar esa cuasi necesidad de utilizar un coche; no daría mordida. Si el mexicano tuviera la certeza de que las autoridades trabajan para beneficio de la sociedad y no de los criminales; no daría mordida. Si el sistema fuera funcional, ser éticos también lo sería.

No puedo estar más de acuerdo con esta idea… aunque no me gusta justificarla; pero a veces siento que son las mismas autoridades -con su ineficiencia, soberbia, tortuguismo y nefastez- quienes nos orillan a “arreglar las cosas en lo oscurito”. Sí, es cierto: sale más barato y quita menos tiempo.

El problema con la idea de la ética y lo funcional de don Agustín, es que muta y evoluciona en cosas más feas. Por ejemplo: matar no es ético, pero se ha convertido en algo funcional.

Qué miedo…

martes, octubre 26, 2010

Ya tengo playeras blancas con mangas negras y de las de colores. Gracias a todos los que las han comprado, no pensé que se fueran a agotar tan rápido. También conseguí algunos cómics más para seguir regalando. El próximo martes se acaba la venta. Los interesados, separen la suya. Muchos saludos.

viernes, octubre 22, 2010

Hace tiempo que la nota roja dejó de sorprenderme, como seguramente les sucedió a muchos de ustedes. Lo que antes causaba pavor o indignación, ahora provoca cierta indiferencia. Ya nada de lo que vemos nos asombra, pero eso no significa que no nos duela; o, al menos, así me pasa a mí. Estamos tan acostumbrados a los torturados, decapitados, descuartizados, baleados, muertos a tablazos y a toda clase de carnicerías, que algo humano murió en nosotros.

Lo que sí no deja de sorprenderme y provocar horror, es la mentalidad de algunas personas.

De vez en cuando entro a leer los comentarios que dejan los ciudadanos en las notas de algunos periódicos de Monterrey. Siendo optimista, esperaría más de la gente que ahí comenta: algún punto de vista interesante, alguna propuesta tangible o poquito de sensibilidad, para saber que no todo está perdido. Pero no. Nada de eso.

En una nota publicada esta semana en el periódico El Norte, de Grupo Reforma, se habla del hallazgo de dos cuerpos calcinados a orillas de una avenida importante de Monterrey, donde se planean varios desarrollos de vivienda y negocios. Un hecho bárbaro, que provocaría repulsión y pena a una persona normal- que conserve algo de humanidad-, se convierte en una absurda lucha entre clases sociales, una guerra de racismo e insultos despectivos. Vean nada más a lo que reducen la problemática social las personas que comentan en la nota:




Qué pena... Así cómo vamos a salir adelante como sociedad... como país. Con esas divisiones tan marcadas y ese odio irracional de los de “las colonias de arriba” hacia los de “las colonias de abajo”, nunca saldremos adelante. ¿Quién les dijo que son mejores? En serio, ¿así quieren que México cambie?, ¿así quieren que México esté unido? No mamen. Y eso es lo triste: lo que debería causar espanto y mover a la acción -de perdido darnos los huevos para irnos a vivir a otra parte-, se convierte en un duelo de herir orgullos; en un pleito entre “riquillos” y “pobretones”; entre “fresas” y “nacos”; entre los de “coche del año” y “coche legalizado”; entre “pudientes” y quienes quieren imitar su estilo de vida; entre los de “mejores colonias” contra los de “colonias populares”; entre los de Monterrey contras los de San Pedro, entre regiomontanos contra foráneos…

Leyendo esta basura de comentarios reafirmo lo que siempre he pensado -y que muchos más piensan-: que el problema no son las drogas, sino las diferencias sociales tan marcadas, la falta de oportunidades, la injusticia y los rezagos educativos y culturales (aunque a veces, los más educados y cultos son los más ojetes y los que crean estas diferencias). Sigo pensando que lo primero que hay que cambiar es eso, y luego ya pensamos en combatir al crimen o legalizar las drogas. Primero hay que agarrar un libro por gusto, escuchar un poco de música clásica, construir más bibliotecas que casinos, compartir lo que tenemos con los que menos tienen, enseñar a los niños a dialogar y no al “si te pegan, pégales”; aprender a tratar a los demás con igualdad, a no pensar que valemos más por lo que tenemos… taaantas cosas por cambiar. Y los cambios internos dicen que son los más cabrones.

Cuando hagamos esto, entonces ya hablaremos de combatir al crimen y legalizar las drogas. Mientras tanto, seguirá la barbarie.