jueves, julio 30, 2009

Último capítulo. Bajo la arena.

Todo lo que no hablamos en el camino, lo platicamos esa noche en la habitación del Ocean Breezze. Todo lo que no nos dijimos en años, también. Nos reprochamos, nos arrepentimos, nos rayamos la madre, nos pedimos perdón, nos perdonamos, nos volvimos a reprochar y, con el dolor de nuestros corazones, concluimos que lo nuestro no volvería a ser igual jamás, pues tendríamos que vivir disimulando una herida que siempre estaría expuesta.

Desde la terraza, a lo lejos, se podían apreciar las luces de otras bahías y el murmullo de las olas. En una de esas bahías estaba el motivo de mi viaje.
Se fue a dormir y yo me quedé un rato más contemplando la noche.

Amaneció nublado. Desperté después que ella, cuando se acomodaba el cabello y me observaba a través del espejo desde la silla de mimbre del buró.

-Todo esto del viaje es una metáfora, ¿verdad? –me dijo muy seria.
-¿Cómo que una metáfora?
-Sí: vienes a recuperar un pasado perdido; a desempolvar algo que jamás volverá; a reencontrarte contigo mismo, como en las películas.
-Quisiera recuperar más que eso –le dije, me puse de pie y me vestí-. Vámonos. Estamos a 2 horas.

Paramos por café en una fonda de comida estilo tex mex. Las nubes dejaron caer una tenue lluvia sobre la carretera y las espigas de los matorrales a los costados del camino se arqueaban con el viento.

Atravesamos Puerto Coral y Playa Almeja. Dejó de llover antes de las doce del día, justo cuando llegamos a nuestro destino.

Hace 20 años, el Tiki era el último hotel de bahía Barracuda. Lo rodeaban dunas de arena y vegetación rastrera. Mi familia acostumbraba hospedarse ahí durante las vacaciones de verano, por ser un lugar apacible y económico. El progreso llegó al puerto y ahora hay hoteles, condominios y tiendas por todos lados.
Reservamos un cuarto para pasar ahí el resto de la semana.

Cruzamos los jardines de cocoteros y flores hasta dar con nuestra habitación. Dejamos las maletas sobre la cama, la tomé de una mano y salimos. Corrimos hacia la escalinata que atraviesa el rompeolas y da a la playa.

Lo mejor que pudo haber hecho, fue lo que hizo: abrazarme muy fuerte cuando se me derrumbó la mirada. El lugar ya no existía: construyeron un Holiday Inn Express y un complejo de apartamentos encima.

-Podemos pedir permiso para entrar y excavar en los jardines y en el área de la alberca –me dijo ingenuamente para darme ánimos.
-No. El lugar exacto estaba donde ahora están los muros de contención del hotel y la banqueta de acceso.
-Lo siento mucho. No sé qué decirte.

Y tuve que revelarle el motivo del viaje.

-Hace 20 años desobedecí a mis padres y me metí al mar sin que se dieran cuenta. Una ola enorme me azotó y revolcó en el fondo. Cuando quise tomar aire, otra ola me hizo tragar agua, me succionó, y de ahí ya no recuerdo nada. No sé cómo llegué a la orilla. Regresé muy asustado al cuarto, pero no comenté nada por temor a que me regañaran. Esa noche soñé lo que me había sucedido; volví a sentir la angustia de no tener aire en los pulmones, sólo que en mi sueño una mujer –la más hermosa que he visto en mi vida- me tomaba del brazo y me arrastraba hasta ponerme a salvo en la arena. Yo estaba tendido boca arriba y ella me acariciaba la frente y me decía que todo estaba bien. Cuando le preguntaba su nombre, me besaba en la boca, se ponía de pie a contraluz del sol y sólo veía su silueta negra alejándose hacia el mar.
Cuando desperté, los labios me sabían a sal, y lo primero que hice fue garabatear con unas crayolas su rostro. Doblé la hoja con mi intento de retrato femenino y la metí en una cajita de madera donde mi mamá guardaba hilo, agujas y botones cuando salíamos de viaje. Vine a la playa, a las dunas que estaban donde ahora está el hotel, y la enterré. Imaginé que mi dibujo era una oruga y la cajita el capullo, y que tarde o temprano de la arena brotaría la dama de mi sueño.

Ella permanecía en silencio, atenta a todo lo que le decía.

-Suena estúpida la anécdota que acabo de contarte, pero ya no sé de qué manera demostrarte que, a pesar de todo, sigo creyendo que eres mi único destino. Mi único amor; y ese dibujo era mi última oportunidad para recuperarte.
-¿Por qué?... No te entiendo.
-Porque la mujer es idéntica a ti.

El rostro se le llenó de lágrimas, un relámpago partió el cielo, los ojos se me nublaron como ese día y la boca me supo a sal el resto de la semana.


Mañana: Epílogo

miércoles, julio 29, 2009

Capítulo tres. Poner tierra de por medio.

Conduje sin escalas hasta Puerto Laguna. El sol a nuestras espaldas se fundía con el mar.

-¿Por qué tienes que regresar el sábado? –le pregunté.
-El domingo viajo a Mérida para ver el apartamento de una tía. Posiblemente me vaya a vivir para allá.
-¿Por qué?
-A veces es necesario poner tierra de por medio con ciertas cosas.

Detuve el coche en el Lighthouse Pub, un pequeño bar irlandés para motociclistas a un lado del motel Ocean Breezze, donde reservamos una habitación para pasar la noche.

En mis años de preparatoria, durante la semana santa, viajaba en autobús con algunos amigos hasta Puerto Laguna, y el “bar del faro” -como lo llamábamos- era el único sitio donde vendían cerveza a menores de edad.
Ella rió al imaginar las estúpidas borracheras de un grupo de adolescente con pocos centavos en los bolsillos.

El Lighthouse Pub seguía igual: con su amplia barra de madera al fondo decorada con luces de neón en forma de marcas de cerveza, una mesa de billar, una rockola, una maquina para jugar al Pacman y cuatro tableros para lanzar dardos.

Le platiqué acerca de los dueños del bar: un motociclista con una serpiente tatuada alrededor del brazo que alguna vez nos enseñó a lanzar dardos y su novia Kelly, de quien cualquier hombre podía quedar perdidamente enamorado.

-Anything else, guys? –preguntaba Kelly con sus cabellos rubios y la más dulce de las sonrisas.
-No, tenkiu… -respondíamos aturdidos por el alcohol y embobados por su belleza.
-Are you having a good time, kids?
-Yes, tenkiu…


Para mi sorpresa, el motociclista con tatuaje de serpiente y Kelly, seguían ahí.

-Hello, sweethearts. Do you want a table? –dijo cortésmente una Kelly cuarentona al vernos cruzar la entrada; nos guió hasta una mesa a lado de la rockola y, antes de sentarnos, Kelly tomó el rostro de mi acompañante con ambas manos, la miró fijamente y le dijo que tenía los ojos “tan hermosos como lava endurecida de un volcán”. Ella agradeció el piropo con una enorme sonrisa. El hombre del tatuaje de serpiente, que limpiaba nuestra mesa, secundó diciendo que eran tan negros y brillantes como el tanque de su motocicleta recién lavada, pero no más hermosos que los ojos de su amada, a los que describió como "azules y profundos como el cielo y el mar juntos". Kelly nalgueó divertida a su hombre y fue por la jarra de cerveza que ordenamos.

La afluencia del lugar era poca. La pareja de propietarios aprovechó para besarse detrás de la barra, como en sus viejos tiempos: cuando él era fornido, las líneas de su tatuaje eran negras y no verdes, usaba coleta en vez de paliacate para disimular su calvicie y Kelly era igual de hermosa que ahora.
Pensé que pocas personas en toda su vida tendrán la mitad de la suerte que ellos tienen. Que no todos se dan cuenta cuando tienen al amor verdadero enfrente, y que, aún y teniéndolo, el encanto no les durará por siempre o lo echarán a perder con alguna pendejada.
Kelly se desprendió de aquél beso apasionado ruborizada como una niña cuando se dio cuenta que los mirábamos.

Chocamos los tarros en el aire y bebimos. Kelly puso un platón con palomitas sobre la mesa, aún con el tono subido en sus mejillas, y se retiró guiñando un ojo.

-¿Por qué si viniste varias veces después, no se te ocurrió desenterrar lo que vienes a desenterrar? –me preguntó.
-Porque nunca lo consideré necesario.

Dio un sorbo a su cerveza y miró la rockola que tocaba Summer of ´69, de Bryan Adams.

-¿Por qué decidiste acompañarme? –le pregunté.
-Porque tú me lo pediste. Y porque ya te dije que a veces es necesario poner tierra de por medio en algunas cosas.

Continuará...

martes, julio 28, 2009

Capítulo dos. El viejo Joe.

Cruzamos la frontera antes de las once y al mediodía ya estábamos en Puerto Isabel. Paramos a comer en Joe´s Oyster Bar, un pequeño negocio de accesorios para pesca que tiene una cantina improvisada en un desnivel, donde se puede comer marisco fresco por unos cuantos dólares. Su antigua fachada de madera y pintura azul descarapelada ha sido alimento de la brisa marina por años.

Solía venir con mi padre y algunos tíos durante los veranos de mi infancia. Recuerdo que bebían algunas cervezas mientras compraban curricanes, sedal y plomadas para las cañas. Yo mataba el tiempo viendo la variedad de pececillos, lombrices de goma y anzuelos que desde entonces venden en el lugar. También me entretenía observando a los hombres con botas de plástico blanco que entraban y salían de la cocina con la captura del día sobre los hombros, depositándola en el hielo escarchado del mostrador. Alguna vez vi una jaiba enorme -que todavía se movía-, un montón de calamares a los que les exprimieron la tinta dentro de una cubeta y un tiburón martillo que accidentalmente había quedado enredado en la almadraba del barco.

Elegimos la mesa del rincón, la que está junto al ancla oxidada que decora una de las paredes. Ordenamos un plato con camarones frescos, tenazas de cangrejo y un par de cervezas. Un Joe encorvado y canoso, de español impecable, nos atendió. No me reconoció, a pesar de haber visitado más de cien veces su negocio.

Exprimí una rodaja de lima –allá no hay limones- y espolvoreé sal sobre el pico de la botella. Al primer trago de cerveza, ella rompió el silencio.

-Si te pedí que no me llamaras, fue porque pensé que sería lo mejor para los dos.
-Pues no andes pensando por mí –le dije, pero me disculpé de inmediato por el duro tono de mis palabras.
-No te preocupes –respondió mirando hacia otra parte.

Alcé la cerveza en señal de paz. Ella sonrió y chocó su botella con la mía.

-Que encuentras lo que sea que andes buscando -dijo.
-Tú también.

Terminamos de comer, bebimos otra ronda y pagué la cuenta. Ella insistió en darme su parte, argumentando que yo también había pagado el desayuno. Le dije que ella pagaría la cena, y metió su dinero de vuelta en el bolso.

Agradecimos antes de salir. El viejo Joe se despidió del otro lado del mostrador, agitando una mano cubierta de vísceras de pescado. Sentí cómo me clavó una mirada profunda, como si en fondo algo le dijera que me conoce desde hace años.


Continuará...

lunes, julio 27, 2009

Capítulo uno. El plan más absurdo del mundo

El domingo le platiqué mi idea y le pareció una estupidez.

-¿Es en serio lo que me dices?
-Sí, es en serio. ¿Me vas a acompañar o no?
-Pero es que suena… no sé… suena absurdo.
-¿Tienes algo menos absurdo qué hacer?

No respondió, pero me miró como si me faltara un tornillo en la cabeza. Me despedí con el pretexto de hacer maletas y un beso en la mejilla.

-Si cambias de parecer me llamas antes de las siete.

El teléfono sonó a las cinco de la madrugada del lunes, media hora antes que la alarma de mi reloj.

-Está bien, voy contigo. Pero regresamos el sábado.
-El sábado en la noche estamos de vuelta.

Pasé a recogerla antes de las siete. Cargaba un termo metálico con café dentro y arrastraba una maleta enorme, como si fuera a viajar durante un mes. Se disculpó por su rostro sin maquillaje aún inflamado por el sueño. Pensé decirle lo hermosa que se veía, pero temí malinterpretara mis intenciones.

Dentro del coche le agradecí haber aceptado mi invitación y le propuse desayunar en unos tacos riquísimos a orillas de la carretera.

-¿Es en serio lo de este viaje? –me dijo mientras cerraba la visera con espejo del coche y tapaba un pintalabios.
-Ya vamos en camino, ¿aún no lo crees?
-Me refiero al motivo del viaje: ¿es en serio?
-¿En qué momento te pareció una broma?
-Digamos que desde el momento en que me llamas después de casi un año sin saber de ti, me dices que abandonaste tu empleo y me pides que te acompañe a una playa, entre semana, para ver si encuentras algo que enterraste en la arena hace más de 20 años.
-¿Tenías algo más importante qué hacer?
-No, simplemente… Nada.

Paramos a desayunar en la taquería Los García. Insistió en pedir sólo dos tacos, pero la convencí que pidiera cinco. Le gustaron tanto que se comió tres y la mitad de otro. Cuando terminé los míos seguí con los suyos. Sonrió al verme devorándolos.

-Sigues siendo un tragón –me dijo.
-Por cierto –respondí masticando aún el último taco-: si no supiste nada de mí en un año, fue porque tú así me lo pediste.
-Yo sé –respondió.

El cielo se despejó de pronto y se vieron las montañas. El pavimento mojado destellaba los primeros rayos del sol que rodaba sobre el horizonte de la templada mañana, iluminando nuestros rostros.

Continuará...

miércoles, julio 22, 2009

La vida como sala de espera

Los minutos en cualquier sala de espera se estiran como el queso derretido en una pizza. Sólo alguien demasiado aburrido, demasiado ansioso y sin otra cosa qué hacer mas que esperar, puede comparar el tiempo con tensos hilillos de queso.

En el aeropuerto, esperando un vuelo con retraso; en la central de autobuses, aguantando el olor agrio de los escusados desbordados; en el hospital, esperando los resultados de unos análisis de sangre; en el lobby de un hotel, esperando a alguien importante que hace que nos burbujee la panza; en una entrevista de trabajo, mientras miras el gafete de “visitante” que te cuelga del cuello y sientes pena por no haber boleado los únicos zapatos que tienes.

Los relojes caminan en sentido contrario en las salas de espera. La vida es la liebre y la muerte la tortuga. A veces los papeles se invierten, pero no sé qué nos convenga más.

Lo único que quisiera es lo que todos quieren: que el tiempo fuera más justo. Que no tomara consideraciones. Que fuera lento o fugaz en todo, pero no lento con esto y fugaz con lo otro. Que no sea eterno cuando queremos que sea efímero, ni breve cuando queremos que sea inmortal.

Pos desgracia, las cosas que queremos que perduren son tan intensas como un estornudo. Pero intensas al fin.

martes, julio 21, 2009

La blogósfera y sus misterios

Sin querer di con una página donde viene una lista de “los 20 blogs mexicanos más leídos”. De los que mencionan, no conozco a ninguno. Aparte, la mayoría ni siquiera son puntoblogspot. Está de más decir que el mío no aparece ni en las 30 menciones honoríficas que hay después de la privilegiada veintena.

Luego di con un blog que andaba entregando premios a otros blogs: mejor blog personal, mejor blog de amor, mejor blog ilustrado, mejor blog gracioso y mamadas por el estilo. También está de más decir que el mío no ganó ni uno.

Después di con un blog que ganó dos de esos premios. Su autor escribió un post largo y emotivo donde menciona lo agradecido que está con los galardones (virtuales, obviamente), lo entusiasmado, lo orgulloso, etc.
En mi vida había visto ese blog “ganador”. Lo empecé a leer por curiosidad y me di cuenta que apenas lleva 3 meses al aire. El blog “premiado” ni es gracioso, ni simpático, ni genial, ni tiene seguidores ni tiene otros comentarios que no sean los del mismo autor y sus dos únicos amiguitos que se la pasan platicando como si los comments fueran el messenger. Eso sí: la bitácora está repleta de faltas de ortografía, pero eso no parece importar a la hora de entregar tan prestigiosos laureles.

Nunca he entiendo a la blogósfera.

Si algún día alguien planea darme un premio o meterme a una lista de ésas, por favor absténgase. No quiero sentirme devaluado.

lunes, julio 20, 2009

Los pequeños saltamontes de los blogs

Qué incómodo es iniciar a alguien en los blogs. Más incómodo resulta cuando el iniciado es tu amigo.
Yo nunca ando platicando que tengo un blog porque -la verdad- me da vergüencita; pero de repente llega algún conocido que me dice que encontró mi blog, lo leyó y le gustó; que dio con otros blogs que le gustaron y –motivado por esos factores- quiere abrir el suyo.

Total que por buena gente le enseñas a darse de alta, a subir escritos, fotos, a dejar comentarios, a justificar textos, a poner links, etcétera. Y es ahí cuando comienza la pesadilla.
Tu amigocho, emocionado con su nueva faceta de bloguero, es el primero en dejarte comentarios. A veces hasta 3 o 4 por post, ya sea para llamar la atención de tus lectores y que vean que se lleva de piquete de culo con “un famoso” o simplemente porque no tiene otra cosa qué hacer. El fin de semana, cuando lo ves para echarte unas cheves, te dice cosas como: “Eh, güey: dile a tus lectores que visiten mi blog, no seas ogete”, o: “Eh, güey, a ti te lee un chingo de gente: pon un link para que vayan a mi blog”, o: “Eh, güey, nunca me dejas comentarios, pinche mamón”. Y en verdad es muy molesto.

¿Cómo explicarle que un bloguero no se hace de la noche a la mañana? ¿Cómo decirle –y que lo entienda- que es trabajo de años y que no me gusta usar mi blog para promocionar otros blogs porque no lo hago ni siquiera con los que me gusta leer? ¿En qué posición quedaría yo como bloguero “recomendando” un blog de un amigo; blog que posiblemente sólo dure un par de meses?
Si tengo esas consideraciones con alguien, otros se sentirían mal, por eso prefiero no tenerlas con nadie.

Cada que les explico eso a mis compitas nuevos blogueros, me ponen una cara de “pinche mamón, ¿qué te cuesta decir que visiten mi blog?” que no me borro con nada.

¿Alguien me entiende?, ¿verdad que no estoy mal?, snif.

domingo, julio 19, 2009

Afuera de un salón, antes de entrar a una boda.

-¿Trae su invitación, señor?
-No, la olvidé.
-Es que sin invitación no puede entrar.
-A ver, respóndame algo: ¿usted cree que yo arruinaría mi noche de sábado rentando por puro gusto un esmoquin de 500 pesos para ver si logro colarme en una boda a la que no me invitaron y no conozco a nadie?

Dudó unos minutos y después me dejó pasar.

La cruda que traigo es moral, por haber asistido a una fiesta tan pinche.

jueves, julio 16, 2009

Caricaturas vacacionales

Estoy haciendo una serie de cartones con temática vacacional para el periódico, con el único objetivo de “promocionar” mi ciudad y mi estado en estas fechas.

Curiosamente este cartón lo hice el martes y, hoy jueves, en un periódico en el que no trabajo, salió una nota que decía que mucha gente de varias partes de la ciudad está visitando una calle donde mataron hace poco a un grupo de sicarios y detonaron un par de granadas. Chale...como si fuera museo... ¡Quiero ir!


Ésta otra la hice en protesta a la depredación de las montañas que rodean lo que alguna vez fue el valle de Monterrey. Es común que en esta época del año aparezcan osos, jabalíes, coatíes, serpientes y demás fauna de la región debido a la sequía. Los animalitos bajan a los patios de la gente rica –esa que puede construir casas donde está prohibido- para beber agua de las albercas y comer algo en los jardines. La gente –ignorante- llama a protección civil para que capture a esas molestas alimañas, en vez de sentirse honrados por tener la oportunidad de admirar vida silvestre en su casa.
Lo que en otro país más civilizado sería considerado como una oportunidad de oro para convivir con la vida salvaje, aquí simplemente es un problema. La situación que personas con mayor sensibilidad aprovecharían para poner verduras y frutas, atraer a los animalitos y así pasar una tarde en familia tomando fotos, video y creando concienca en sus hijos sobre la naturaleza, se convierte en una fastidiosa plaga que “arruina” las florecitas de los jardines en una ciudad tan ignorante como la mía.


Monterrey presume mucho de ser “La Ciudad de las Montañas”, sin embargo, se las están acabando con tanto túnel, tanta pedrera y tanto fraccionamiento. Por suerte, las montañas de basura electoral (y de todo tipo) vienen a salvarnos y a retener el título.


Y ésta última no tiene que ver con mi ciudad ni con mi estado, pues no hay mar; pero sí tiene que ver con México. Es simplemente una reflexión ecológica sobre la prioridad en los intereses de quienes manejan la nación, el costo de éstos y lo poco que importa si el costo se lleva entre las patas a la vida.


miércoles, julio 15, 2009

Yo quería escribir el post más hermoso del mundo

Hay un mini relato que es considerado el más genial de todos los tiempos. Yo, honestamente, nunca lo he entendido.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”. Lo escribió Augusto Monterroso.

Después, vino otro cabrón diciendo que él había escrito el mini relato más chingón del mundo.

“¿Olvida usted algo? – ¡Ojalá!”.
Lo escribió un tal Luis Felipe Lomelí.

Ambos ganaron aplausos, loas, dinero, fama, premios nacionales, príncipes de Asturias y demás.

A mí, esos dos güeyes me la pelan. No puedo concebir que hayan escrito cosas tan horrorosas y, aparte, los hayan premiado.

“Cuando despierte, ojalá sigas ahí”.

Ése lo escribí yo, y el único premio que quiero es que sigas ahí cuando abra los ojos.

Y el día que no los abra, también.

martes, julio 14, 2009

Patologías de un naco

1.- Tomarte una foto con los de la oficina en un Applebee´s.
2.- Subir la foto a tu metroflog.
3.- Platicarlo como si hubiera sido una gran aventura.
4.- Confundir el Applebee´s con un Chili´s, ¡snif!

Pz aki ztOi iO kon todA la banditA de la offizinA HAHAHAHAHAHA en Un ChIlizzz pke Mayrys la de kontabIlidAd kmplIo aniOzzzz HAHAHAHAAH... STABAN WENAS LAS MRGARITAZZZZ vërdA????hahahahah
mal pedOu ke tuvimozzz ke regrEzAr a jAlArrr (((pero kon KOPITAS D mAz hahahahahahah)))
ia mero fInezitOuu de zEmanAaaa
ShidoU

lunes, julio 13, 2009

Buen día, niños y niñas. ¿No están cansados de tener amiguitos que se dicen fans de todo?, ¿de tener compañeritos que se obsesionan con cualquier grupillo de música rancia, cualquier juguetito electrónico o cualquier pendejada? Yo sí.
¿Y saben cómo hacerlos enojar y herirles el ego para que se dejen de mamadas? Muy fácil. Una de las formas más efectivas es refiriéndote a las cosas de las que son fans de manera despectiva o como si no las conocieras. Es divertidísimo; inténtenlo y verán. Aquí les dejo algunos ejemplos que pueden aplicar:

Para los fans de la banda Placebo:
"Aaaah, qué buena rola… Ésa la canta un grupo de señoras bien flacas que parecen hombres, ¿verdad? ¿Cómo se llaman?".

Para los fanáticos del TRI:
"…y ayer fuimos al concierto de unas gemelas bien gritonas y de pelo chino. Una de ellas canta de la reverga y la otra ni canta".

Para los fans de Carl Sagan:
"Leí un libro de ese pinche marihuano que no creía en los OVNIS y salía en la tele. Haz de cuenta como Maussan, pero en escéptico. ¿Cómo se llamaba?".

A los conocedores de “los buenos vinos”, cuando te sirvan la primera copa de tinto de la noche, se les dice:
“Oye: ¿no tendrás tantita Coca Cola para prepararme un “calimocho”? Si tienes Pepsi, mucho mejor".

Frase para los güeyes que se creen chefs y creen que apantallan a sus “dates” preparándoles una simple pasta con camarones al vino blanco:
“Sí, está muy rica, ¿pero no tendrás un limoncito y tantita Salsa de la Viuda?”.

“¿A poco todavía juegas al Nintendo?”
Ésta la puedes aplicar en casa de tu amigo el que tiene su cuarto lleno de bocinas, pantalla de plasma de chingomil pulgadas, el Xbox 360 y un montón de juegos.

“No, yo no quiero cantar en el karaoke; mejor vamos a seguir chupando”.
Ésta se aplica en una fiesta o reunión cuando sacan el Guitar Hero o el Rock Band.

Espero sean de su utilidad. Buen inicio de semana.

domingo, julio 12, 2009

Situación asquerosa No. 1234

Que las mascotas -por lo general los perros- husmeen dentro del bote de la basura del baño, saquen los papeles y sólo se coman los pedazos con caca.

Y no me hagan hablar de los Kotex.

sábado, julio 11, 2009

Vayan a Recolectivo. Hay un bonito cuento infantil de una niña bizca que se enamora de un muchacho encabronadamente guapo.

viernes, julio 10, 2009

Algunos cartones de la semana

El trabajo más pinche que puede existir -aparte de ser enanito torero- es el de Presidente de México. Todo mundo te va a odiar de por vida, nunca nadie va a estar feliz con lo que hagas incluso hagas bien tu trabajo, siempre te tacharán de corrupto, los halagos te llegarán de parte de la gente menos indicada para dar halagos, etc, etc... Ha de ser muy feo, la verdad. Y, aparte de todo lo anterior, tener que lidiar con la delincuencia, el deterioro ambiental, la imagen de la nación en el exterior, el analfabetismo, el hambre, la improducción del campo, etcétera... Dicen que Calderón ha sido un excelente mandatario. ¿Será?


Que si un nuevo brote de gripe porcina, que si tal enfermedad no la provoca el cerdo, que si el catarrito económico no es catarrito, que si el cerdo de la SHCP… Este cartón es una mezcla de todo eso.


Los gringos, siempre mortificados por ver cómo hacemos los mexicanos las cosas, no dejan de meter sus narices en nuestra (su) nación. Una de sus grandes preocupaciones es el combate al narcotráfico, en el que, según ellos, siempre estamos reprobados y no merecemos estrellita en la frente, snif. Yo más bien creo que lo que realmente les importa es que no les piquemos los ojos y les mandemos material de buena calidad. Ya ven la famita que nos cargamos de transas y vendedores de kilos de 800 gramos. Esta caricatura la hice para un artículo que hablaba sobre cómo quienes se dedican al tráfico rebajan la cocaína con mierda y media.


A veces siento que pagar impuestos en México es como si alguien llegara y me dijera: "Mira, te vendo un terreno en la luna", y mes con mes tuviera que pagar una mensualidad para algo que nunca voy a palpar. En este país se la pasan inventando impuestos en vez de dejar trabajar y ahorrar a gusto a la gente. En un artículo sobre el tan criticado IETU, donde explicaban qué era y para qué se había creado, hice esta caricatura:


Hace tres años, el PAN arrasó las eleciones en el estado. Ahora arrasó el PRI. El candidato a gobernador por el PAN era igualito al Señor Burns, de los Simpson, y aquí lo dibujé dándose en la madre, por "loser":


Hace un par de días unos militares agarraron a unos secuestradores en un municipio de por aquí. Resulta que 20 policías bloquearon una carretera para rescatar a los secuestradores. Hice esta caricatura al respecto. Al día siguiente, la editora se arrepintió de haberla publicado. Me dijo asustada y queriendo guardar la calma: "A ver si no vienen a recriminarnos o amenazarnos los pinches policías, cabrón". Increíble, desesperanzadora y triste situación la de mi estado.


miércoles, julio 08, 2009

¡Extra! ¡Extra!

Interrumpimos la interesantísima historia de los cigarros villanos que invaden Retrópolis porque justo en estos momentos se ha dado un importante golpe a la delincuencia organizada en esta misma ciudad. Después de las elecciones y del apabullante triunfo del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRNXZRTYWSKHF por sus siglas), nuestros héroes agarraron "hueso" en la procuraduría de justicia, y, así como las eficientes autoridades de nuestro México, ellos también capturaron a uno de los principales capos de la mafia.
He aquí la rueda de prensa que está dando la vuelta al mundo y que incluso ha opacado el funeral de ese cantante blanco que antes era negrito:





P.D. Todavía hay playeras y revistas de los números 13, 14, 15, 18, 19 y 20 de obsequio.

lunes, julio 06, 2009





Y sí, ya sé que Varonet es con "B", pero eso lo explico en la continuación de la historia, pues tiene un motivo...

A V I S O S :

Ya no hay suscripciones a la revista de ¡#$%&! Cómics, pues casi todos los números están agotados.

Ya mandé todos los pedidos de playeras y revistas que me han hecho. Quien no haya recibido aún su paquete, hágamelo saber para mandarle el número de guía e investigar acá en Monterrey qué pudo haber pasado.

El güey que me vende las playeras anda quebrando y ya no se ha surtido, por lo tanto, no he conseguido de dama en varios colores y tallas -nomás en rosa, que es la que nadie quiere, snif- por lo que tendré que descontinuarlas hasta encontrar otro distribuidor, otro estilo chido y otra marca.

Saqué unas playeras azules y rojas en unisex, para todos aquellos que no les gustaron las blancas con mangas negras y les prometí que iba a sacar en colores. Helas aquí en la foto de abajo. El pedo es que ya nomás me quedan en talla mediana y grande (no son tan holgadas, son de esas ajustadillas). Si se animan, mándenme un mail y les paso la info. Espero terminando el mes tener nuevos diseños y también las del planetita, que no me han gustado las pruebas que me han hecho, snif.


sábado, julio 04, 2009

Nota

Hay un loquito dejando comentarios ofensivos con mi nombre y mi foto en varios blogs.
No soy yo.
Buen fin de semana.

viernes, julio 03, 2009

Yo, robot; tú, mula.

Esas bestezuelas nacidas de un asno y una yegua se llaman mulas. Las mulas son capaces de trabajar jornadas diarias de más de 10 horas; pueden también cargar su peso en el lomo y hasta lo doble sin rebuznar. No reniegan, son obedientes, y, si no lo son, entienden a puros chingazos. Si se tropiezan, se levantan; si vuelven a caer, se vuelven a levantar. Nada las detiene para cumplir un objetivo que, para ellas, no es muy claro, pero vale la pena por el manojo de alfalfa al final del día.

Qué gacho ser humano –me excluyo, pues yo soy robot- y darte cuenta que lo que haces, también lo hacen las mulas. La única diferencia es que las mulas son estériles.

¿Por qué las cosas no son al revés?

P.D. Habrá post aquí a las 12 de la noche.

miércoles, julio 01, 2009

La niña de las fotos

Me pasa algo curioso cada que veo las fotos de su infancia: en el fondo, algo muy fuerte me dice que la conocí y me enamoré de ella desde entonces.

Por cuestión de edades, distancias y círculos sociales, es muy probable que eso nunca haya sucedido.

-Eres la niña de la que me hubiera enamorado en la primaria –le digo sin apartar la vista de esa foto que tanto me gusta: la de su sonrisa chimuela enfundada en unos calcetones blancos hasta las rodillas y una falda a cuadros.

Quizá alguna vez, de niño, la vi –tuve que haberla visto: esta ciudad es un rancho- y me gustó tanto que nunca pude borrar su imagen de mi memoria. Tal vez la pensé tanto que, después de todos estos años, la atraje con el pensamiento.

Es la única explicación que puedo dar a ese sentimiento que me invade al ver sus fotos de niña.

Cada que le comento esto, sólo sonríe.

Ella también tiene sus teorías: dice que nos conocimos en vidas pasadas.
Yo no puedo asegurar cosas que no me constan, pero, si hay otra vida después de ésta, espero topármela de nuevo.

Sólo así creeré en vidas pasadas.